Este 26 de noviembre se cumplen 35 años del lanzamiento del primer astronauta mexicano al espacio, Rodolfo Neri Vela, quien participó en la misión que puso en órbita el satélite mexicano Morelos II. Por ello, la Agencia Espacial Mexicana (AEM) realizó este día una ceremonia conmemorativa a distancia difundida vía web.
A bordo del transbordador Atlantis de la NASA, Neri Vela y sus seis compañeros de la Misión STS-61-B permanecieron en el espacio por una semana, que era la duración promedio de las misiones en ese entonces, y en ese lapso completaron 109 órbitas alrededor de la Tierra.
El ingeniero en comunicaciones y electrónica egresado de la UNAM, quien hasta ahora es el único mexicano que ha representado a nuestro país en una misión espacial, consideró que la misión fue todo un éxito.
“No sólo fueron los siete días alrededor de la Tierra, sino todo lo que se hizo durante varios años más después de esa misión para seguir divulgando la tecnología espacial y motivar a nuevas generaciones, y también abrir las puertas internacionales para que México pudiese seguir participando”, dijo.
Tras su regreso a la Tierra, Neri Vela ha dedicado su vida a la docencia, la investigación y la divulgación científica. En 1989 y 1990, colaboró con la Agencia Espacial Europea (ESA) en el proyecto de la Estación Espacial Internacional (EEI), y continúa colaborando con la NASA en programas de divulgación.
Mucho de su trabajo se puede ver en su sitio web: www.rodolfonerivela.com.
“Su viaje llenó de orgullo nacional a toda la juventud mexicana”, dijo Salvador Landeros, director general de la AEM. Por este hecho, “muchos decidieron estudiar ciencias o ingeniería, continuar sus estudios sin dejarse vencer fácilmente”, agregó.
El satélite Morelos II, junto con el Morelos I, constituyó la primera generación de satélites de telecomunicaciones de México. Fueron lanzados el 17 de junio y el 26 de noviembre de 1985, por medio de los transbordadores Discovery y Atlantis de la NASA, respectivamente, explicó Landeros Ayala.
El modelo del Morelos II fue el HS-376 de forma cilíndrica, con 6.62 metros de longitud al desplegarse, y 645.5 kilogramos de peso, controlado en todo momento desde México. Su vida útil era originalmente de nueve años, pero en 1998 comenzó a operar en órbita inclinada y pudo alargar su durabilidad hasta 2004.
Representante mexicano en el espacio
“Conmigo, a bordo de la nave Atlantis, iban la emoción llena de orgullo y los sueños de todos mis compatriotas. Iban a bordo nuestro escudo nacional, nuestra música, nuestra gastronomía, nuestros conocimientos científicos, en resumen, nuestra cultura”, dijo emotivamente el astronauta mexicano al iniciar su conferencia magistral esta tarde.
Gracias a él la tortilla se incorporó al menú habitual de los astronautas. No quería llevar algo representativo de alguna zona mexicana en particular. “Dije ‘voy a llevar algo que todo mexicano conoce’”, y se decidió por las tortillas, que fueron muy apreciadas por sus compañeros, según relató.
Los experimentos mexicanos que realizó a bordo del transbordador, que fueron elegidos a través de una convocatoria, eran sencillos y económicos pero también relevantes, destacó el astronauta.
El que más llamó la atención mundial fue el de la germinación de semillas de amaranto en la ingravidez. “Desde que el amaranto se dio a conocer en esta misión espacial, México se convirtió en un gran exportador”, dijo.
Los resultados de sus experimentos fueron publicados en dos números de la revista Ciencia y Desarrollo del Conacyt un año después, en los títulos de enero-febrero (número 72) y marzo-abril (número 73).
Muchas de las fotografías que Neri Vela tomó, y cuyas copias entregó a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) y otras instituciones mexicanas, son útiles para compararlas con las imágenes satelitales actuales y determinar las variaciones, detalló.
El transbordador Atlantis despegó la noche del 26 de noviembre de 1985 desde Cabo Cañaveral, Florida, con la Misión STS-61-B de la NASA a bordo.
En aquel entonces, relató Neri Vela, los transbordadores espaciales permanecían en órbita terrestre a una altitud promedio de 350 kilómetros sobre el nivel del mar, a una velocidad constantes de 28,000 kilómetros por hora, y completaban una órbita cada 90 minutos.
Además de los experimentos científicos que llevó a cabo, su tripulación colocó en órbita tres satélites: el Morelos II de México, el Aussat 2 de Australia y el Satcom KU-2 de Estados Unidos.
El transbordador aterrizó el 3 de diciembre en el desierto de Mojave, California.
Ahora necesitamos una visión a futuro de nuestros satélites, indicó Salvador Landeros, “construyendo satélites pequeños, medianos y, en el futuro, satélites grandes”.
No debemos marginarnos de proyectos que están en la frontera del conocimiento, como el regreso del hombre a la Luna en 2024 y las oportunidades de exploración de Marte con vuelos no tripulados y tripulados, señaló el director de la AEM.