La confiabilidad de los actuales modelos computacionales que estiman los futuros cambios en el clima tiene un punto a su favor, pues sus predecesores resultaron ser altamente precisos cuando se compararon las predicciones que hicieron con los datos reales que se recolectaron en los años siguientes a su publicación.
“El verdadero mensaje es que el calentamiento que hemos experimentado es más o menos exactamente lo que los modelos climáticos predijeron que sería hace 30 años”, concluyó Zeke Hausfather, líder de un equipo de la Universidad de California, Berkeley que hizo una revisión histórica de 17 modelos climáticos publicados entre 1970 y 2007. Los resultados fueron publicados en Geophysical Research Letters.
El dato que resulta realmente difícil de predecir es la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero a futuro, dado que dependen del componente humano. Por ello fue necesario poner ese dato aparte para medir la precisión de los modelos climáticos, según explican los autores del estudio.
Las emisiones de gases de efecto invernadero son las difíciles de predecir
Esta investigación apunta a que la variable que puede guardar más sorpresas es la emisión de gases de efecto invernadero, derivadas del comportamiento humano. Y señalan que es imposible saber exactamente cuáles van a ser las emisiones humanas en el futuro.

La física del clima se puede entender como un sistema determinista, pero “las emisiones de gases de efecto invernadero futuras dependen de los sistemas humanos, que no son necesariamente deterministas”, explicó Hausfather.
Y los modelos climáticos se basan principalmente en esas dos variables: 1) modelado de la física del clima, y 2) suposiciones sobre futuras emisiones de dióxido de carbono (CO2).
Los modelos estudiados predijeron con mucha precisión la física del clima, es decir, la relación entre calentamiento y CO2 en la atmósfera: a mayor emisión de este gas, temperatura más elevada. Es decir, no tuvieron problema con la variable 1.
Pero en varios casos, aunque esta primera variable fue correctamente predicha, trabajaron con datos de emisiones futuras que resultaron diferir de los datos reales, sencillamente porque esa variable depende del comportamiento humano, que no es fácil de predecir.
Es decir que sus modelos fueron muy precisos, solo se equivocaron en la estimación de emisión de gases de efecto invernadero.
Un ejemplo es el modelo de James Hansen, de la NASA, en 1988. Fue uno de los modelos climáticos más icónicos, y uno de los primeros en llamar la atención del público sobre el cambio climático. Al pasar el tiempo, resultó que sus predicciones para las temperaturas para después de 1988 fueron 50% más altas que las reales.
Y esto no se debió a que el modelo estuviera equivocado, sino a que su estimación se basó en que la producción de gases de efecto invernadero continuara como en esa época, según explican los autores del estudio retrospectivo -en el que colaboraron también expertos del Instituto de Tecnología de Massachussets y de la NASA-.
Lo que ocurrió después fue que en 1989 entró en vigor el Protocolo de Montreal, que prohibió los clorofluorocarbonos, potentes gases de efecto invernadero. Fue por ello que la estimación se separó de la realidad.
Y del mismo modo, la mayoría de los otros modelos estudiados también predijeron con precisión la temperatura promedio cuando trabajaron con los datos reales de los niveles de gases de efecto invernadero.
“Esta investigación debería ayudar a resolver la confusión pública sobre el desempeño de los esfuerzos pasados de modelación climática, y aumenta nuestra confianza en que los modelos están proyectando con precisión el calentamiento global”, aseguran los investigadores de la Universidad de California.
Crédito de foto de portada: skeeze / Pixabay.
Fuente: http://bit.ly/2FhPi35