Uno de los mitos más inquietantes sobre el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la infección Covid-19, es el de la posibilidad de que haya sido creado en laboratorio.
Eso no pasó, la evidencia apunta fuertemente hacia la selección natural. Así lo aseguró un equipo científico internacional cuyo artículo fue publicado en Nature este miércoles.
Lo que sí es difícil determinar a estas alturas de la pandemia, aceptaron los investigadores, es si este coronavirus mutó en otros animales a la forma que tiene y después pasó al ser humano, o si primero brincó al ser humano y después mutó a su contagiosa forma actual.
En el primer escenario, existe el riesgo de nuevos brotes en humanos, si es que el virus circula en poblaciones animales en su forma patógena (que causa enfermedad) y salta de nuevo.
En el segundo escenario, si el virus mutó a su forma severa y contagiosa ya en personas, es menos probable que otro virus similar evolucione exactamente de la misma manera luego de saltar al ser humano.
Este estudio pudo hacerse gracias a que el genoma de las muestras del virus en Wuhan fue compartido por las autoridades chinas con el resto del mundo.
Siguiendo la evolución del SARS-CoV-2
Los investigadores hallaron dos características importantes del SARS-CoV-2 que lo han hecho altamente contagioso y efectivo y que no comparte con otros coronavirus causantes de enfermedades pero sí con virus de murciélagos y de pangolines.

Si se tratara de crear un virus artificialmente, se partiría de los ya conocidos como patógenos, explicó la organización no lucrativa Scripps Research, a la que pertenece el inmunólogo y microbiólogo Kristian Andersen, autor principal del estudio.
Pero eso no ocurrió, las dos características estudiadas en el SARS-CoV-2 son diferentes a las de otros coronavirus que causan enfermedad, por lo que no pueden ser derivadas de ellos.
En cambio, su parecido con virus de murciélagos y pangolines apunta a que estas características destacadas se desarrollaron debido a selección natural.
Las dos características estudiadas se encuentran en las proteínas espiga, armaduras en el exterior del virus que utiliza para atrapar y penetrar las paredes externas de las células humanas y animales, dijo Scripps Research.

La primera característica es la llamada dominio de unión al receptor (RBD, por su sigla en inglés), un tipo de gancho de agarre que se adhiere a las células huésped.
Los científicos encontraron que la porción RBD del SARS-CoV-2 es altamente afín a una molécula en el exterior de las células humanas, llamada ACE2, un receptor involucrado en la regulación de la presión sanguínea.
Esta secuencia RBD es diferente a la de otros virus SARS-CoV que han sido óptimos.
La segunda característica analizada es lo que se conoce como el sitio de escisión, una especie de “abrelatas molecular” que permite que el virus se abra y entre en las células huésped.
Este sitio de escisión no se encuentra en otros virus del linaje B betacoronavirus, según explica el artículo en Nature. A este linaje pertenece un pariente muy cercano, el SARS-CoV, que causó en 2003 la epidemia de SARS.
Pero sí se encuentra en otros coronavirus humanos.
Dado que los científicos observaron todas las características notables de SARS-CoV-2, incluido el RBD optimizado y el sitio de escisión, en coronavirus relacionados en la naturaleza, “no creemos que ningún tipo de escenario de laboratorio sea plausible”, concluyeron.
Fuentes:
Scripps Research: http://bit.ly/392RwzC
Nature: https://go.nature.com/2J20qCS